El racismo latente

Cada vez me sorprende más el racismo latente que existe en Europa y, en especial, en España. No sé si este racismo es fruto de la ignorancia, la estupidez o la crueldad. Para una mentalidad tan cerrada, tradicional y católica como la española, cuesta aceptar que la gente de otro color, otras culturas y otras religiones es gente como nosotros, digna de aceptación y de respeto.

Aquí en España se excluye al extranjero. Por lo general, el español apenas sale de España, y si lo hace, lo hace por poco tiempo. El español sabe pocos idiomas y vive en una nube “española”, posee una mentalidad provinciana y le cuesta valorar lo diferente.

No consigo entender cómo la gente no se avergüenza de excluir continuamente al diferente. Expresiones como “Voy a comprar al chino“, “Voy a comprar al paqui“, “Este chico es moro” y “esta chica es negra” se oyen continuamente de la boca de gente que es racista tal vez sin saberlo. Cuando se dice “Voy a comprar al chino” se está señalando al chino como alguien diferente. En definitiva, se le está excluyendo. Se produce entonces lo que genialmente describió Edward Said en su magnífico Culture & Imperialism (un libro sobre la cultura, el racismo y el pensamiento de las ex-colonias y los países imperialistas): la distinción entre nosotros (us) y ellos (them).

Cuando vamos a El Corte Inglés o a cualquier supermercado no decimos “Voy a comprar al español“; decimos “Voy a comprar al supermercado”. ¿Por qué entonces no decimos “Voy a comprar al bazar“, “Voy a comprar a la carnicería“, “Voy a comprar al colmado“, en lugar de decir “Voy a comprar al chino” o “Voy a comprar al paqui“? Porque España es un país racista y provinciano, que tiembla ante lo diferente y no aprende de las nuevas experiencias y las nuevas culturas. España “se defiende” patéticamente contra el inmigrante, en vez de enriquecerse.

Los hijos de todas las personas que trabajan en bazares, carnicerías y colmados en España son españoles. Han nacido y viven en España y tienen, desde luego, el derecho de ser españoles. ¿Qué deben pensar esos niños españoles cuando oyen a sus amigos y a los padres de sus amigos decir “Voy a comprar al chino” o “Voy a comprar al paqui“? ¿Ayuda esta estupidez a que estos niños se sientan integrados como los otros niños?

En Francia, el cosmopolitismo es más profundo. Hay una mezcla de culturas que trae una riqueza extrema al país. Sin embargo, aún se dice “Je vais acheter chez l’Arab” (“Voy a comprar al árabe”). En Holanda, donde toda la gente se siente muy holandesa, aún se dice “Ik ga bij het Turks kopen” (“Voy a comprar al turco”). Estas frases desvelan el racismo latente que existe en Europa. Sin embargo, la sociedad francesa y holandesa acoge al inmigrante y lo hace suyo (a excepción de los asquerosos partidos de ultra derecha que atentan contra los derechos humanos y desgraciadamente cuentan con muchos seguidores).

Cuando vivía en La Haya, tuvimos una avería en internet. Un chico de la compañía de teléfono vino a casa. Me preguntó de dónde era yo y le dije que de España. Yo entonces le pregunté de dónde era él (era muy guapo y de tez muy oscura) y me dijo, casi indignado, que era de Holanda, por supuesto. Entonces entendí que en Holanda todo el mundo se siente holandés, que en Holanda todo el mundo es holandés. Aún hay racismo, pero no se puede comparar con España. España es como una aldea que señala con el dedo al diferente que acaba de llegar.

Simone de Beauvoir, hablando de la mujer, escribe en Le deuxième sexe que el hecho de ser humano es mucho más importante que las diferencias que distinguen a los seres humanos: “Le fait d’être un être humain est infiniment plus important que toutes les singularités qui distinguen les êtres humaines”. Esto no va dirigido solamente a los hombres y mujeres machistas, sino también a todos aquellos que defienden discursos tan bajos, mediocres e inaceptables como el racismo, la xenofobia, la homofobia, el fanatismo religioso, el nacionalismo y cualquier tipo de separatismo.

No nos degrademos tanto como personas y empecemos a aceptar al ser humano, venga de donde venga. No excluyamos, no señalemos, no nos pongamos en ridículo. Aprendamos a hablar y aprendamos a aceptar. Démosle la espalda a la ignorancia, al racismo y a la xenofobia y empecemos a ver en el otro simplemente un ser humano, sin distinciones.

Antonia Tejeda Barros, Madrid, 13 de junio de 2011

About Antonia Tejeda Barros

Mother of three, sister, wife, Holocaust researcher, Doctor in Philosophy (UNED, Madrid, cum laude), MA in Philosophy (UNED, cum laude), Bachelor of Arts (Early Music, Recorder and Pedagogy, Koninklijk Conservatorium, The Hague), fibromyalgia warrior, and Woody Allen fan
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