¿Funciona el funcionario?

El funcionario es una de las peores cosas que ha engendrado España. El funcionario hace su trabajo no por convicción, sino por inercia. Por lo general, el funcionario anda siempre de mala leche, actúa como si estuviera haciendo favores y se esfuerza muy poco por ser amable o por dibujar en su rostro una simple sonrisa.

Hay muchos tipos de funcionarios, claro está, pero todos se asemejan entre sí. Poseen muchos defectos y muy pocas, poquísimas, cualidades: nunca critican el sistema, nunca se manifiestan, salvo en el caso de que les “toquen” su mensualidad. Entonces sí salen a la calle, sí que gritan, indignados. El sistema público español de educación y de sanidad son insuficientes en muchos sentidos, pero ellos, los funcionarios, jamás se quejan, jamás protestan. En el sistema público, aquél que tiene demasiadas ideas es mal visto o visto con recelo. El que vale es el transparente, el que no dice ni pío, el que se funde con la masa. Tener iniciativa y tener crítica es ponerse la soga al cuello: un verdadero suicidio.

El profesor que es funcionario, ya sea de Universidad o de Conservatorio es por lo general un profesor mediocre. No suele motivar a los alumnos ni tampoco se esfuerza por ello. No es genial ni admirable ni fascinante ni maravilloso. Es mediocre y lo sabe, pero tampoco le importa. Mientras no le quiten su paga, no se quejará. El profesor-funcionario raras veces se supera a sí mismo, simplemente está ahí. Si el profesor-funcionario se quedara sólo en su mediocridad, sería grave, pero no gravísimo. Lo que ocurre es que el profesor-funcionario no se queda sólo en su mediocridad, sino que es en muchos casos abusador con los alumnos, despectivo y despreciativo en las peores ocasiones y parece muchas veces disfrutar con los fracasos de sus alumnos (pareciera que necesitara calificar injustamente a sus alumnos para ser él mismo más). Al profesor-funcionario le es indispensable, por alguna extraña razón que no consigo entender- una relación lo más lejana posible con el alumno.

En el Conservatorio, un profesor de música que tenga demasiados conciertos no puede compaginar su trabajo. El sistema le pide que esté allí todos los días, pudriéndose y sin salir jamás a un escenario. Demasiados conciertos, demasiadas ausencias, son un peligro para el sistema público educativo. Así, los profesores de Conservatorio apenas tocan pero están todos los lunes en su aula, haciendo ver que le enseñan algo a alguien.

Es verdad que se encuentran profesores excelentes en las universidades y conservatorios españoles, pero ésos son la excepción. La excepción con mayúsculas. Yo he conocido a algunos, pero a muy pocos.

Mi experiencia me ha enseñado que en Holanda los profesores están para ayudar; son respetuosos con los alumnos, se acercan mucho a los alumnos (invitan a los alumnos a su casa, siguen su educación en los cafés y bares, devienen guías, amigos y maestros de los alumnos), motivan a sus alumnos y se alegran por los éxitos de sus alumnos. Allí los profesores son excelentes profesionales en su ámbito, y son también excelentes profesores.

¿Qué le pasa a España? ¿Por qué el profesor es tan mediocre? ¿Es culpa del país, de la mentalidad, de los funcionarios, del sistema?

De los profesores podemos pasar a las enfermeras del sistema de sanidad público. Si no le gritan a uno, está uno de suerte. Yo una vez oí a una enfermera-funcionaria quejarse porque sus pacientes acabados de operar no la dejaban ni un momento tranquila pidiendo más morfina. “Son unos pesaos“, decía ella “No puedo ni ir a tomarme el café, porque les han cortado una pierna”. Yo no sabía si reírme o llorar. El genial Almodóvar, desde luego, no inventa nada: todo lo coge y recoge de la mismísima realidad española.

La enfermera, por lo general, apenas sabe leer. Saca sangre, pone vacunas y no sabe absolutamente nada de medicina. ¿Alguna vez se habrá pasado horas indagando en internet, por pasión, por motivación, para saber de qué se compone la sangre, para qué son las vacunas que pone? Lo dudo.

En España, cada Comunidad Autónoma sigue un calendario diferente de vacunas, lo que puede crear gran confusión. A mi hija Yael le pusieron dos veces la misma vacuna, por error, porque la estúpida de la enfermera-funcionaria no se molestó en leer el calendario de vacunas de Andalucía cuando llegamos a Madrid. Su trabajo es poner vacunas. ¿Por qué coño no lee un poquito sobre ello? La única solución a este peligro es informarse a priori del trabajo que efectuará el funcionario y asegurarse de que el funcionario no haga errores descomunales. Es agotador.

Cuando nació mi hijo Itay, empezó a existir el llamado “cheque Zapatero”. Fuimos a registrar a nuestro hijo y a tramitar los 2.500 €. La funcionaria de Información nos dijo que no podíamos optar al cheque porque yo no llegaba al mínimo de horas trabajadas. La muy estúpida se “confundió” con otra ayuda de 100 euros mensuales para la “mujer trabajadora” (es decir, la mujer trabajadora que trabaja con contrato -porque la que trabaja sin contrato no es, para el sistema, mujer trabajadora- y que además tiene que hacer un mínimo de horas porque si no no recibe la ayuda). Si nosotros no hubiéramos sabido con certeza que por ley nos correspondían los 2.500 € por bebé nacido, nos hubiéramos ido y nos hubiéramos quedado sin el “cheque Zapatero” (que, de todas maneras, apenas llega para pagar los pañales, pero algo ayuda). Le dije a la funcionaria-ignorante que estaba equivocada. Se encogió de hombros y siguió haciendo su “trabajo”. Entre paréntesis, quitarle esta ayuda a los padres ha sido lo peor que ha hecho Zapatero.

¿Cuántos millones de parados hay actualmente en España? Se dice que unos 5 millones. Si se suman todas aquellas personas que trabajan con contratos miserables, se alcanza una cifra mucho más alta. Hay mucha gente a quien no le importaría trabajar con una sonrisa, ser amable, ser motivador con sus alumnos y ser profesional. Pero los trabajos están ya “ocupados” por esta especie de ciudadano peculiar que es el funcionario.

Nietzsche ya describió, hace más de 100 años, al funcionario. Me despido con sus geniales palabras:

De un examen de doctorado. -‘¿Cuál es la tarea de todo sistema escolar superior?’ – Hacer del hombre una máquina. -‘¿Cuál es el medio para ello?’ – El hombre tiene que aprender a aburrirse. -‘¿Cómo se consigue eso?’ – Con el concepto del deber. -‘¿Quién es su modelo en esto?’ – El filólogo: éste enseña a ser un empollón. -‘¿Quién es el hombre perfecto?’ – El funcionario estatal. -‘¿Cuál es la filosofía que proporciona la fórmula suprema del funcionario estatal?’ -La de Kant: el funcionario estatal como cosa en sí, erigido en juez del funcionario estatal como fenómeno.-” (“Incursiones de un intempestivo”, § 29, Crepúsculo de los ídolos Götzen-Dämmerung oder Wie man mit dem Hammer philosophirt–, Madrid, Alianza Editorial, 2000, p. 111)

Antonia Tejeda Barros, Madrid, 29 de junio de 2011

About Antonia Tejeda Barros

Mother of three, sister, wife, Holocaust researcher, Doctor in Philosophy (UNED, Madrid, cum laude), MA in Philosophy (UNED, cum laude), Bachelor of Arts (Early Music, Recorder and Pedagogy, Koninklijk Conservatorium, The Hague), fibromyalgia warrior, and Woody Allen fan
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5 Responses to ¿Funciona el funcionario?

  1. Hola Antonia,

    Ante todo, perdón por este comentario intempestivo.

    En el artículo creo que estás cometiendo una falacia de falsa generalización. Estás atribuyendo las actitudes y comportamientos de determinados funcionarios (que has podido padecer en tus carnes) a todo el resto. Una maniobra bastante arriesgada, como mínimo.

    Nuestras experiencias son limitadas en el espacio y en el tiempo. Si no contamos con la ayuda de un amplio estudio científico y de la estadística, cualquier parecido con la realidad puede ser una mera coincidencia, como suele indicar en las películas de ficción.

    Puedo narrarte casos donde ha habido funcionarios que han ayudado a las personas más allá de sus responsabilidades y obligaciones, pero no viene al caso pues este ejemplo tampoco creo que sea generalizable. Estaría cometiendo la misma falacia que tú.

    Los funcionarios y funcionarias son personas iguales a las que podemos encontrar en cualquier otra parte de nuestro estado, con los mismas dificultades, ventajas, aciertos y fallos. Si en algo se distinguen, es que para la mayoría de ellos y ellas (los funcionarios de carrera, no los interinos) la continuidad de su trabajo no depende de su rendimiento, eficacia, simpatía, saber hacer o cualquier otra valoración objetiva que se pueda hacer. Ni su sueldo tampoco, para bien o para mal. Supongo que esto y otras causas que se me escapan hacen que algunos, al no sentirse valorados, quizá opten por la “ley del mínimo esfuerzo”. Aunque también me consta que algunos jueces y otros funcionarios hacen horas extra sin cobrarlas para intentar poner al día sus juzgados (tengo familiares y amistades trabajando en justicia).

    También habría que añadir que la ratio de funcionarios en España es inferior a la media europea, por lo que se debería deducir que la carga es mayor y, por tanto, deben despacharse más asuntos en menos tiempo, con la consecuente pérdida de calidad en el servicio.

    Un saludo,

    Miguel

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    • Estimado Miguel:
      muchas gracias por tu comentario, pero discrepo contigo. Los funcionarios en España dejan mucho que desear. Habrá algunas excepciones, como menciono en el Post, pero son escasísimas. Todos los profesionales hacemos horas extras en nuestro trabajo. No por eso nos merecemos una medalla. La actitud del funcionario español es deplorable y no puede excusarse de ninguna manera. La falta de profesionalidad, el mal trato con el ciudadano, la falta de educación… afecta a toda la gente que vive en España. Y no es excusable. El funcionario vive gracias a los demás ciudadanos y debería tener respeto, profesionalidad al máximo, humildad y buena educación. Esto no ocurre en España y no creo que ocurra por muchos años (en este aspecto, estamos a años luz de Europa).

      Un abrazo,
      Antonia

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      • Estimada Antonia,

        Creo que en lo único que discrepamos es en los porcentajes, que yo no conozco realmente ni creo que nadie lo pueda decir con una cierta exactitud.

        No propongo yo que los funcionarios hagan horas extra, especialmente si no se cobran. Con hacer las que corresponde, no más pero tampoco menos, con un rendimiento adecuado, la administración en España no tendría nada que envidiar a las de otros países de Europa, y los asuntos se tramitarían con una diligencia sin comparación.

        Pero me consta de fuentes ABSOLUTAMENTE fiables que en la administración de Justicia muchos funcionarios y funcionarias fichan a la entrada con sus fichas y las de compañeros, salen a desayunar más tiempo del permitido, dejan su ficha al último para que fiche por todos, algunos se pasan gran parte de la jornada laboral hablando por teléfono con familiares o entre ellos, incluso me consta que en un juzgado tenían un tablero del “Trivial Pursuit” con una partida en marcha continuamente, a la que acudían a determinada hora cada día para seguir donde lo habían dejado el día anterior…

        El problema es que cuando alguien nuevo se incorpora a un trabajo, rápidamente se impregna del “ambiente laboral” y es muy difícil mantenerse al margen, puesto que somos seres sociables. Por ejemplo, en un trabajo donde todos se quedan a hacer horas extra, el que entra nuevo también se tiene que quedar, o será marginado. Lo mismo en un trabajo donde todos o muchos se van antes de tiempo. Así, los hábitos son rápidamente asumidos, especialmente por los que no ven peligrar su puesto de trabajo y que, una vez conseguido el puesto, no tienen ya nada que demostrar para seguir cobrando cada mes.

        Sin embargo, los tratos que he tenido con los funcionarios de la Seguridad Social han sido bastante satisfactorios, eficaces y amables, a pesar de la espera que no depende de ellos. Algo parecido puedo decir de los profesionales de Sanidad, médicos, enfermeros y enfermeras, etc. En educación he encontrado de todo…

        Estuve viviendo en Alemania durante 4 meses, cerca de Stuttgart. Aunque tuve poco trato con su administración, éste fue muy correcto. Pero la comparación no resultaría adecuada si no mencionamos que su educación y respeto es mucho mejor: apenas se veían papeles, colillas y demás basura tirada en el suelo, pese a una casi inexistencia de papeleras en las calles. Tampoco se veían excrementos de perro por las aceras, por poner otro ejemplo. Incluso había plantaciones de flores de autoservicio, en las que cogías un ramo y pagabas en una caja, sin nadie controlando, como en la zona azul, que tampoco vi a nadie controlando y sin embargo tuve la impresión que todos pagaban el tícket correspondiente. Igual que aquí, vamos…

        Un abrazo, (y perdón por extenderme tanto)

        Miguel

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  2. mcyang says:

    Hola baby,
    couldn’t be more true. Almost every time in which I’m in a situation that asks for a “funcionario” to help me I know that it’s going to be very difficult to get the right information, to be attended with respect from the very first moment. It’s very difficult to trust a system when the people responsible in contacting you with this system aren’t welcoming, don’t seem knowledgeable enough in their field and in addition to all are bitter and just counting the days to their next holiday. Every job is difficult and it is very difficult to be happy at all moments while working, but not making any effort in finding a true solution is offensive. As you said, hospitals aren’t an exception: you’ll probably get the right medication, but it’s practically thrown in your face. Again, the feeling of being welcomed is a rare one.
    I heard some terrible stories regarding official conservatory teachers in Spain. Of course, that doesn’t mean it’s true about all professors, but I must say I heard few positive stories about certain conservatory professors in Spain. Education should be our #1 priority for being able to make a change and improvement, but if the people who educate us teach us that everything’s fine even if they don’t have enough staff, for example, then how can things get better in the future? It must be very tough to teach teenagers, but it’s also very tough to find good concerts for an unknown chamber music group. The difference is that one gets 14 salaries and the other hopes they’ll pay him on time so that he can pay next month’s rent. It must be very difficult to be surrounded by this mediocre mentality in an office of the “Seguridad Social”, but it’s much more difficult to get a mortgage from the bank if you don’t have these monthly payments, no matter how bad you do your job.
    Of course there are exceptions. There are always exceptions, but reading this post and getting offended by what’s written in it is the last reaction one should have. One should be offended by what the system is. Be quiet, do what you’re told, don’t ask questions: the soldiers of bureaucracy.
    If I have a problem with the phone company they attend me just as bad as the State, but at least they do there best to be polite. In the private sector people try to do better because they know their jobs are at risk. Is that a better attitude? no. Is the result better? Slightly. Mediocrity is the biggest problem- the “funcionario” is just a great example, nothing more. In a better system people could have better values and would help, assist, teach, attend, solve problems, etc. just because it’s better for society and for development. The problem is that we’re very far away from that happening and I don’t think the “funcionarios” are here to rescue us….Not until they question their lives, their attitude, their system.

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  3. Estimada Rocío:
    muchas gracias por leer, cuestionar, criticar y comentar. Siento mucho que le haya dolido mi post; en él, he intentado hablar sobre un sistema cuyo objetivo, como usted muy bien dice, es el de crear una sociedad cada vez más mediocre, y sobre el fruto de este sistema, que, en mi opinión, es el funcionario. ¿Es el funcionario español víctima o verdugo? ¿El funcionario sufre con el sistema o se suma, con su pasividad y conformismo, a él? Estoy segura de que hay funcionarios que son profesionales en su campo y que se dedican a su trabajo con ilusión y excelencia. Pero, como ya he señalado, son la excepción. Me alegro mucho de que disfrute usted con la música. Espero que pueda transmitir esa pasión que usted siente por la música a sus alumnos. Los jóvenes están sedientos de arte. Piense que es una suerte poder contribuir al desarrollo intelectual y cultural de los jóvenes.
    Muy cordialmente,
    Antonia

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